Enseñanzas:
Luego del exitoso viaje a Brasil, cada uno de nosotros regresó a sus ciudades y a sus Dojos a retomar la tarea de entrenar, enseñar y difundir el Estilo Kenyu Ryu. Lo cual venimos haciendo ininterrumpidamente desde el año 1992, fecha en que junto a Sensei Cesar Arias tuve el honor de compartir la introducción del Estilo Kenyu Ryu en Argentina.
El Sensei Cesar Arias, sin dudas marcó a fuego con su ejemplo, su vida y su carácter a muchos de quienes fuimos sus discípulos directos. El nos mostró un Karate perseverante, duro, aguerrido, verdaderamente sin dolor. Nos enseñó a no bajar nunca los brazos, a siempre mostrar la mejor cara, no las dos, porque decía que siempre iban a ser más las cosas buenas que las cosas malas, y así uno tenía que seguir adelante afianzado en esas cosas buenas.
Particularmente nunca fui su amigo personal, siempre fui su alumno y creo que muchisimas veces, desde ese lugar de alumno, logré disfrutar mucho más que unos cuantos de sus amigos. Disfrutar confianza, compañía, amistad, camaradería, momentos durísimos de su vida y de la mía, compartíamos muchos instantes sin la necesidad de contarnos las cosas. El siempre decía que en su vida había pasado muchas horas junto a su Maestro Sensei Miyasato de Shorín Ryu, y que había aprendido a interpretar hasta los silencios del Maestro.
Hoy, el tiempo ha pasado y afortunadamente no ha sido en vano para él y para quienes supimos aprender lo mejor de sí. Porque muchas veces o la mayoría de las veces es facil hablar mal de otro, y más aún cuando se ha llegado a conocer casi en profundidad a la persona. Pero Sensei Cesar Arias le dió al Karate una parte importantisima de su vida, también nos la dió a nosotros y no me cabe ninguna duda que un enorme granito de arena en la história del Karate Argentino fue escrita por él.
A veces hablo con gente que en estos años lo vio en uno u otro lado, y es raro no escuchar un comentario en su contra o que lo desprestigie y sinceramente no me duele, tampoco me alegra, pero me lleva a reflexionar sobre mí. Me lleva a preguntarme dónde van nuestras cosas buenas cuando cambia la mano, cuando el que era mi amigo solía ser la mejor persona del mundo, incluso he oido en más de una oportunidad, hablar de él como del "padre que no tuve..." y al separarnos, solo atinamos a mencionar o a resaltar mayormente las peores cosas de otro.
Que gran error es dejar que prime en nuestras cabezas o en nuestros corazones los peor de nosotros y no seamos capaces de mantener viva la llama de la excelencia, de la superación. Porque no es pisando cabezas la forma de crecer, no es hablando mal de otro la forma en vamos a ser mejor reconocidos. Por el contrario, eso unicamente logra quitarnos una energía enorme y socava nuestras posibilidades de crecimiento pleno.
Por motivos más fortuitos que afortunados, en un momento nuestros caminos se separaron y cada uno eligió lo que creyó más propicio para sí mismo. El optó por alejarse de Kenyu y yo en continuar.
En distintas oportunidades recuerdo varias de las enseñanzas de Sensei Arias, cuando no le salía algo o le salía mal, se hacia cargo de sus errores e intentaba enmendarlos. El decía que uno siempre tiene que estar abierto a aprender. Esto lo sé porque varias veces pasamos juntos ese tipo de situaciones, pero nunca le sacamos el pecho a al acontecimiento.
Luego de mucho pensar e intentar clarifiricarme a mi mismo el tema, creo haber llegado a una conclusión: sus discípulos sí aprendimos esas cosas, y aunque en más de una oportunidad vi flaquear a alguno de nosotros en determinada situación, jamás vi a ninguno claudicar, en cambio quienes solo aprendieron muy poco de él, y no tuvieron la oportunidad de compartir días de clase, noche de filosofía, días de andar en torneos, noches de juntar monedas para la comida, es decir quienes nunca tuvieron la oportunidad de ser sus discípulos directos y aprender al menos un poquito de todo lo que él sabía, es normal que no actúe como debe ser una persona.
En sí fueron muchos los momentos de buenas enseñanzas y voluntad de aprendizaje. Agradezco haber compartido una parte intensa del camino junto a él, sin dudas esto me ha ayudado a tener un espíritu fuerte y a ser noble en el corazón. Las raíces se deben cuidar, si es posible hay que mantenerlas intactas y cuidar los frutos. No se debe ir en contra de las ideas de los Maestros, primero hay que ponerlas en práctica y recién después, pero mucho después, sacar una conclusión.
Honremos a nuestros Maestros, gracias a ellos es hoy nuestro presente, por bueno o por malo, cerca o a la distancia son quienes nos han puesto donde estamos.
OSS